Historia


Con el advenimiento de la cirugía al Hospital de Enfermedades de la Nutrición, se advierte la necesidad de contar con un espacio y un equipo especializado para resolver los compromisos urgentes conectados con el acto quirúrgico.
En el antiguo establecimiento de Doctor Jiménez 261, con un solo quirófano, localizado en el segundo piso que obliga el traslado de los enfermos y sus camillas sobre los hombros, con un pequeño cuarto de recuperación anexo, suficiente sólo para alojar una cama, representa el espacio físico donde se realizan los actos quirúrgicos y se atiende el postoperatorio. Así las cosas, el director del viejo hospital anuncia con sencillez el 9 de mayo de 1962:
“Con la ayuda dada por la Secretaría, se terminará la construcción de un departamento de recuperación y cuidados intensivos, que permitirá mejorar la atención de los enfermos en el postoperatorio, y cuando existan situaciones graves que requieran cuidados especializados; este departamento contará con siete camas, los equipos indispensables para ese objeto y con el personal que estamos adiestrando desde ahora para dar la mejor atención".
El tiempo trascurre, y a finales de 1965 existe una mención referente al citado departamento, que en esta ocasión se enmarca como unidad: La división de medicina y cirugía ha puesto ya en servicio la unidad de cuidados especiales y recuperación, incluyendo en ella las técnicas más apropiadas, prestando un importante servicio que se había sentido necesario desde hace muchos años.
Las unidades de Terapia Intensiva, que en nuestro medio llamamos de cuidados especiales, persiguen: 1) salvar la vida,2) disminuir la duración del periodo crítico de la enfermedad; 3) preparar la convalecencia; 4) facilitar la vigilancia de los pacientes graves; y 5) concentrar y aprovechar al máximo los recursos; estos están divididos en humanos, de exploración y registro, y de tratamiento.
Las ventajas del trabajo en común son:
Economía de espacio
Flexibilidad de operación
Posibilidad de servicio permanente 24 horas diarias y días festivos
Mayor aprovechamiento de recursos disponibles
La experiencia del Instituto Nacional de la Nutrición señala que los enfermos atendidos en la unidad de cuidados especiales y recuperación, proceden de tres diferentes áreas del hospital:
Departamento quirúrgico
Unidad de urgencias
Sectores de internación
Júzguese manejar allí a quienes presentan estado de Shock, hemorragias, dificultades respiratorias severas, convulsiones o coma, alteraciones metabólicas agudas, trastornos circulatorios graves y problemas complejos de canalización, siempre y cuando exista un buen número de posibilidades de mejoría, y la enfermedad no se encuentre en fase Terminal. Las entidades patológicas más frecuentes atendidas se refieren a: sangrado del tubo digestivo, desequilibrio metabólico en pacientes diabéticos, cuadro de abdomen agudo, insuficiencia renal, encefalopatía por intoxicación y otras.
El manejo de toda esta gama de padecimientos y casos de urgencia cristaliza en una idea: la de crear el departamento de medicina crítica, incluyendo en tal concepto varios servicios: urgencias, terapia intensiva, anestesia, recuperación, inhaloterapia, y estancia corta, que sí bien funcionan como unidades independientes y con recursos humanos y equipos específicos, guardan una estrecha relación entre sí.
El doctor Guillermo Salvador García Ramos trabaja en el cuarto de recuperación, en lo que pudiera llamarse la primera unidad de terapia intensiva, 2do piso del Hospital de Enfermedades de la Nutrición poco antes del traslado a Tlalpan.
Una vez instalados los servicios hospitalarios en Tlalpan, la unidad de urgencias y cuidados especiales es dotada de monitores por instrucciones de la Secretaría de Salubridad y Asistencia. El 20 de diciembre de 1971, el doctor José Luís Bravo recibe instrucciones, en tanto regresa de los Estados Unidos de América el doctor Javier Ramírez Acosta, de hacerse cargo de las unidades de cuidados intensivos o especiales, recuperación y urgencias, en calidad de jefe de las mismas. Ya en marzo de 1972, Salvador Zubirán hace mención el retorno y la reincorporación al Instituto del doctor Javier Ramírez Acosta, especializado en Boston y en Copenhague; el número de camas aumenta en el área para cumplir adecuadamente sus funciones.
El doctor Ramírez Acosta asume la jefatura del Departamento y en el aniversario del Instituto presenta su lectura "Un día en Terapia Intensiva"; no le es fácil vencer la resistencia de los jefes de residentes de medicina interna, quienes a su regreso están encargados del servicio de urgencias y recuperación.
Aprovecha al máximo los recursos y sobre todo convence a las autoridades, médicos de base y residentes, de la necesidad imperiosa para que alguien específicamente entrenado en el manejo de los pacientes graves, sea el que los atienda. De inmediato busca crear una residencia con reconocimiento universitario en el área; en 1972, inicia el programa con la aceptación de Francisco Romo Salas como primer residente de Medicina Crítica y Terapia Intensiva.
El 1 de junio de 1989, cede el cargo al doctor Guillermo Alberto Castorena Arellano, quien hizo su especialidad en los años 1982 a abril 1984 en Estados Unidos. A su regreso, el área física ya había crecido, así como el número de alumnos entrenados en ese año ya eran 16 alumnos formados, tanto en anestesia como en terapia intensiva y cuatro exclusivamente en anestesiología. En el aspecto físico se habían logrado grandes procesos: una oficina dotada de una sala de juntas, un área planeada especialmente para terapia intensiva con capacidad para ocho pacientes, y espacios físicos dependientes del departamento para alojar al personal y equipo de inhaloterapia e ingeniería biomédica.

Tipo de área crítica del Instituto

Unidad Semicerrada: El jefe de la unidad tiene autoridad de aprobar o rechazar solicitudes de ingreso internas y externas, y solicitar egreso del paciente cuando su estado de salud lo permita o exista demanda del área especializada. Delega autoridad al residente de mayor rango.

ACTUALIZACIÓN
Terapia Intensiva
Febrero 2024