Además de recibir la recomendaciones generales del médico, algunas personas mayores necesitarán algún tipo de atención especial puesto que suelen tener muchas veces otros problemas de salud y están en riesgo de tener mayores complicaciones.
El diagnóstico de los casos sospechosos de la COVID-19 en ellos no cambian con respecto a las personas jóvenes. Sin embargo, puede haber presentaciones distintas y en vez de fiebre o tos o falta de aire puede comenzar con confusión, pérdida del apetito, caídas, debilidad, malestar general, diarrea o deterioro funcional agudo. Si hay sospecha, la valoración por un médico es necesaria. No siempre es necesario ir al hospital, pero es indispensable hacerlo si hay falta de aire, respira rápidamente (más de 30 veces por minuto) o hay una saturación menor al 90 % así como alteraciones del estado de alerta (somnolencia, desorientación, delirium), deshidratación grave o pérdida funcional súbita.
Para confirmar el diagnóstico se recomienda hacer la prueba de PCR (hisopado nasal) y el uso de “pruebas rápidas” son útiles particularmente entre aquellos que tienen síntomas sospechosos y se necesita una rápida toma de decisiones (como los residentes de una institución o “asilo”). Tener en mente que una prueba negativa en un caso sospechoso no descartará la COVID-19 y los estudios de laboratorio extras son solo auxiliares y no son mandatorios o específicos para el diagnóstico.
Recuerde que en caso de duda, estas deben consultarnos con su médico o preguntar en alguna de las vías de contacto que el gobierno federal ha puesto a disposición de la población para la atención de las personas con la COVID-19 porque lo que importa es la salud del paciente.